El sentimiento de lo fantástico
Este texto que quiero compartir con ustedes hoy, es la transcripción de una conferencia que diera Julio Cortázar en 1982. Lo interesante es que el autor intenta identificar y poner de manifiesto lo fantástico, tanto en la literatura como entre los pliegues de la propia realidad. Siendo aficionado como soy al cuento fantástico, no podía pasar por alto estas palabras. No tienen ningún desperdicio. Sin embargo, al lector apurado que ya se está asustando por la longitud de la cita, le recomiendo que lea al menos la increíble anécdota que resalté en los últimos párrafos y que trata sobre el cuento “Instrucciones para John Howell”.
Yo he sido siempre y primordialmente considerado como un prosista. La poesía es un poco mi juego secreto, la guardo casi enteramente para mí y me conmueve que esta noche dos personas diferentes hayan aludido a lo que yo he podido hacer en el campo de la poesía. (...) he pensado que me gustaría hablarles concretamente de literatura, de una forma de literatura: el cuento fantástico.
Yo he escrito una cantidad probablemente excesiva de cuentos, de los cuales la inmensa mayoría son cuentos de tipo fantástico. El problema, como siempre, está en saber qué es lo fantástico. Es inútil ir al diccionario, yo no me molestaría en hacerlo, habrá una definición, que será aparentemente impecable, pero una vez que la hayamos leído los elementos imponderables de lo fantástico, tanto en la literatura como en la realidad, se escaparán de esa definición.
Ya no sé quién dijo, una vez, hablando de la posible definición de la poesía, que la poesía es eso que se queda afuera, cuando hemos terminado de definir la poesía. Creo que esa misma definición podría aplicarse a lo fantástico, de modo que, en vez de buscar una definición preceptiva de lo que es lo fantástico, en la literatura o fuera de ella, yo pienso que es mejor que cada uno de ustedes, como lo hago yo mismo, consulte su propio mundo interior, sus propias vivencias, y se plantee personalmente el problema de esas situaciones, de esas irrupciones, de esas llamadas coincidencias en que de golpe nuestra inteligencia y nuestra sensibilidad tienen la impresión de que las leyes, a que obedecemos habitualmente, no se cumplen del todo o se están cumpliendo de una manera parcial, o están dando su lugar a una excepción.
Ese sentimiento de lo fantástico, como me gusta llamarle, porque creo que es sobre todo un sentimiento e incluso un poco visceral, ese sentimiento me acompaña a mí desde el comienzo de mi vida, desde muy pequeño, antes, mucho antes de comenzar a escribir, me negué a aceptar la realidad tal como pretendían imponérmela y explicármela mis padres y mis maestros. Yo vi siempre el mundo de una manera distinta, sentí siempre, que entre dos cosas que parecen perfectamente delimitadas y separadas, hay intersticios por los cuales, para mí al menos, pasaba, se colaba, un elemento, que no podía explicarse con leyes, que no podía explicarse con lógica, que no podía explicarse con la inteligencia razonante.
Ese sentimiento, que creo que se refleja en la mayoría de mis cuentos, podríamos calificarlo de extrañamiento; en cualquier momento les puede suceder a ustedes, les habrá sucedido, a mí me sucede todo el tiempo, en cualquier momento que podemos calificar de prosaico, en la cama, en el ómnibus, bajo la ducha, hablando, caminando o leyendo, hay como pequeños paréntesis en esa realidad y es por ahí, donde una sensibilidad preparada a ese tipo de experiencias siente la presencia de algo diferente, siente, en otras palabras, lo que podemos llamar lo fantástico. Eso no es ninguna cosa excepcional, para gente dotada de sensibilidad para lo fantástico, ese sentimiento, ese extrañamiento, está ahí, a cada paso, vuelvo a decirlo, en cualquier momento y consiste sobre todo en el hecho de que las pautas de la lógica, de la causalidad del tiempo, del espacio, todo lo que nuestra inteligencia acepta desde Aristóteles como inamovible, seguro y tranquilizado se ve bruscamente sacudido, como conmovido, por una especie de, de viento interior, que los desplaza y que los hace cambiar.
Un gran poeta francés de comienzos de este siglo, Alfred Jarry, el autor de tantas novelas y poemas muy hermosos, dijo una vez, que lo que a él le interesaba verdaderamente no eran las leyes, sino las excepciones de las leyes; cuando había una excepción, para él había una realidad misteriosa y fantástica que valía la pena explorar, y toda su obra, toda su poesía, todo su trabajo interior, estuvo siempre encaminado a buscar, no las tres cosas legisladas por la lógica aristotélica, sino las excepciones por las cuales podía pasar, podía colarse lo misterioso, lo fantástico, y todo eso no crean ustedes que tiene nada de sobrenatural, de mágico, o de esotérico; insisto en que por el contrario, ese sentimiento es tan natural para algunas personas, en este caso pienso en mí mismo o pienso en Jarry a quien acabo de citar, y pienso en general en todos los poetas; ese sentimiento de estar inmerso en un misterio continuo, del cual el mundo que estamos viviendo en este instante es solamente una parte, ese sentimiento no tiene nada de sobrenatural, ni nada de extraordinario, precisamente cuando se lo acepta como lo he hecho yo, con humildad, con naturalidad, es entonces cuando se lo capta, se lo recibe multiplicadamente cada vez con más fuerza; yo diría, aunque esto pueda escandalizar a espíritus positivos o positivistas, yo diría que disciplinas como la ciencia o como la filosofía están en los umbrales de la explicación de la realidad, pero no han explicado toda la realidad, a medida que se avanza en el campo filosófico o en el científico, los misterios se van multiplicando, en nuestra vida interior es exactamente lo mismo.
Si quieren un ejemplo para salir un poco de este terreno un tanto abstracto, piensen solamente en eso que utilizamos continuamente y que es nuestra memoria. Cualquier tratado de psicología nos va a dar una definición de la memoria, nos va a dar las leyes de la memoria, nos va a dar los mecanismos de funcionamiento de la memoria. Y bien, yo sostengo que la memoria es uno de esos umbrales frente a los cuales se detiene la ciencia, porque no puede explicar su misterio esencial, esa memoria que nos define como hombres, porque sin ella seríamos como plantas o piedras; en primer lugar, no sé si alguna vez se les ocurrió pensarlo, pero esa memoria es doble; tenemos dos memorias, una que es activa, de la cual podemos servirnos en cualquier circunstancia práctica y otra que es una memoria pasiva, que hace lo que le da la gana: sobre la cual no tenemos ningún control.
Jorge Luis Borges escribió un cuento que se llama “Funes el memorioso”, es un cuento fantástico, en el sentido de que el personaje Funes, a diferencia de todos nosotros, es un hombre que posee una memoria que no ha olvidado nada, y cada vez que Funes ha mirado un árbol a lo largo de su vida, su memoria ha guardado el recuerdo de cada una de las hojas de ese árbol, de cada una de las irisaciones de las gotas de agua en el mar, la acumulación de todas las sensaciones y de todas las experiencias de la vida están presentes en la memoria de ese hombre. Curiosamente en nuestro caso es posible, es posible que todos nosotros seamos como Funes, pero esa acumulación en la memoria de todas nuestras experiencias pertenecen a la memoria pasiva, y esa memoria solamente nos entrega lo que ella quiere.
Para completar el ejemplo si cualquiera de ustedes piensa en el número de teléfono de su casa, su memoria activa le da ese número, nadie lo ha olvidado, pero si en este momento, a los que de ustedes les guste la música de cámara, les pregunto cómo es el tema del andante del cuarteto 427 de Mozart, es evidente que, a menos de ser un músico profesional, ninguno de ustedes ni yo podemos silbar ese tema y, sin embargo, si nos gusta la música y conocemos la obra de Mozart, bastará que alguien ponga el disco con ese cuarteto y apenas surja el tema nuestra memoria lo continuará. Comprenderemos en ese instante que lo conocíamos, conocemos ese tema porque lo hemos escuchado muchas veces, pero activamente, positivamente, no podemos extraerlo de ese fondo, donde quizá como Funes, tenemos guardado todo lo que hemos visto, oído, vivido.
Lo fantástico y lo misterioso no son solamente las grandes imaginaciones del cine, de la literatura, los cuentos y las novelas. Está presente en nosotros mismos, en eso que es nuestra psiquis y que ni la ciencia, ni la filosofía consiguen explicar más que de una manera primaria y rudimentaria.
Ahora bien, si de ahí, ya en una forma un poco más concreta, nos pasamos a la literatura, yo creo que ustedes están en general de acuerdo que el cuento, como género literario, es un poco la casa, la habitación de lo fantástico. Hay novelas con elementos fantásticos, pero son siempre un tanto subsidiarios, el cuento en cambio, como un fenómeno bastante inexplicable, en todo caso para mí, le ofrece una casa a lo fantástico; lo fantástico encuentra la posibilidad de instalarse en un cuento y eso quedó demostrado para siempre en la obra de un hombre que es el creador del cuento moderno y que se llamó Edgar Allan Poe. A partir del día en que Poe escribió la serie genial de su cuento fantástico, esa casa de lo fantástico, que es el cuento, se multiplicó en las literaturas de todo el mundo y además sucedió una cosa muy curiosa y es que América Latina, que no parecía particularmente preparada para el cuento fantástico, ha resultado ser una de las zonas culturales del planeta, donde el cuento fantástico ha alcanzado sus exponentes, algunos de sus exponentes más altos. Piensen, los que se preocupan en especial de literatura, piensen en el panorama de un país como Francia, Italia o España, el cuento fantástico no existe o existe muy poco y no interesa, ni a autores, ni a lectores; mientras que, en América Latina, sobre todo en algunos países del cono sur: en el Uruguay , en la Argentina... ha habido esa presencia de lo fantástico que los escritores han traducido a través del cuento. Cómo es posible que en un plazo de treinta años el Uruguay y la Argentina hayan dado tres de los mayores cuentistas de literatura fantástica de la literatura moderna. Estoy naturalmente citando a Horacio Quiroga, a Jorge Luis Borges y al uruguayo Felisberto Hernández, todavía, injustamente, mucho menos conocido.
En la literatura lo fantástico encuentra su vehículo y su casa natural en el cuento y entonces, a mí personalmente no me sorprende, que habiendo vivido siempre con la sensación de que entre lo fantástico y lo real no había límites precisos, cuando empecé a escribir cuentos ellos fueran de una manera casi natural, yo diría casi fatal, cuentos fantásticos.
(...) Elijo para demostrar lo fantástico uno de mis cuentos, La noche boca arriba, y cuya historia, resumida muy sintéticamente, es la de un hombre que sale de su casa en la ciudad de París, una mañana, en una motocicleta y va a su trabajo, observando, mientras conduce su moto, los altos edificios de concreto, las casas, los semáforos y en un momento dado equivoca una luz de semáforo y tiene un accidente y se destroza un brazo, pierde el sentido y al salir del desmayo, lo han llevado al hospital, lo han vendado y está en una cama, ese hombre tiene fiebre y tiene tiempo, tendrá mucho tiempo, muchas semanas para pensar, está en un estado de sopor, como consecuencia del accidente y de los medicamentos que le han dado; entonces se adormece y tiene un sueño; sueña curiosamente que es un indio mexicano de la época de los aztecas, que está perdido entre las ciénagas y se siente perseguido por una tribu enemiga, justamente los aztecas que practicaban aquello que se llamaba la guerra florida y que consistía en capturar enemigos para sacrificarlos en el altar de los dioses.
Todos hemos tenido y tenemos pesadillas así. Siente que los enemigos se acercan en la noche y en el momento de la máxima angustia se despierta y se encuentra en su cama de hospital y respira entonces aliviado, porque comprende que ha estado soñando, pero en el momento en que se duerme la pesadilla continúa, como pasa a veces y entonces, aunque él huye y lucha es finalmente capturado por sus enemigos, que lo atan y lo arrastran hacia la gran pirámide, en lo alto de la cual están ardiendo las hogueras del sacrificio y lo está esperando el sacerdote con el puñal de piedra para abrirle el pecho y quitarle el corazón. Mientras lo suben por la escalera, en esa última desesperación, el hombre hace un esfuerzo por evitar la pesadilla, por despertarse y lo consigue; vuelve a despertarse otra vez en su cama de hospital, pero la impresión de la pesadilla ha sido tan intensa, tan fuerte y el sopor que lo envuelve es tan grande, que poco a poco, a pesar de que él quisiera quedarse del lado de la vigilia, del lado de la seguridad, se hunde nuevamente en la pesadilla y siente que nada ha cambiado. En el minuto final tiene la revelación. Eso no era una pesadilla, eso era la realidad; el verdadero sueño era el otro. Él era un pobre indio, que soñó con una extraña, impensable ciudad de edificios de concreto, de luces que no eran antorchas, y de un extraño vehículo, misterioso, en el cual se desplazaba, por una calle.
Si les he contado muy mal este cuento es porque me parece que refleja suficientemente la inversión de valores, la polarización de valores, que tiene para mí lo fantástico y, quisiera decirles además, que esta noción de lo fantástico no se da solamente en la literatura, sino que se proyecta de una manera perfectamente natural en mi vida propia.
Terminaré este pequeño recuento de anécdotas con algo que me ha sucedido hace aproximadamente un año. Ocho años atrás escribí un cuento fantástico que se llama “Instrucciones para John Howell”, no les voy a contar el cuento; la situación central es la de un hombre que va al teatro y asiste al primer acto de una comedia, más o menos banal, que no le interesa demasiado; en el intervalo entre el primero y el segundo acto dos personas lo invitan a seguirlos y lo llevan a los camerinos, y antes de que él pueda darse cuenta de lo que está sucediendo, le ponen una peluca, le ponen unos anteojos y le dicen que en el segundo acto él va a representar el papel del actor que había visto antes y que se llama John Howell en la pieza.
“Usted será John Howell”. Él quiere protestar y preguntar qué clase de broma estúpida es esa, pero se da cuenta en el momento de que hay una amenaza latente, de que si él se resiste puede pasarle algo muy grave, pueden matarlo. Antes de darse cuenta de nada escucha que le dicen “salga a escena, improvise, haga lo que quiera, el juego es así”, y lo empujan y él se encuentra ante el público... No les voy a contar el final del cuento, que es fantástico, pero sí lo que sucedió después.
El año pasado recibí desde Nueva York una carta firmada por una persona que se llama John Howell. Esa persona me decía lo siguiente: “Yo me llamo John Howell, soy un estudiante de la universidad de Columbia, y me ha sucedido esto; yo había leído varios libros suyos, que me habían gustado, que me habían interesado, a tal punto que estuve en París hace dos años y por timidez no me animé a buscarlo y hablar con usted. En el hotel escribí un cuento en el cual usted es el protagonista, es decir que, como París me ha gustado mucho, y usted vive en París, me pareció un homenaje, una prueba de amistad, aunque no nos conociéramos, hacerlo intervenir a usted como personaje. Luego, volví a N.Y, me encontré con un amigo que tiene un conjunto de teatro de aficionados y me invitó a participar en una representación; yo no soy actor, decía John, y no tenía muchas ganas de hacer eso, pero mi amigo insistió porque había otro actor enfermo. Insistió y entonces yo me aprendí el papel en dos o tres días y me divertí bastante. En ese momento entré en una librería y encontré un libro de cuentos suyos donde había un cuento que se llamaba “Instrucciones para John Howell”. ¿Cómo puede usted explicarme esto, agregaba, cómo es posible que usted haya escrito un cuento sobre alguien que se llama John Howell, que también entra de alguna manera un poco forzado en el teatro, y yo, John Howell, he escrito en París un cuento sobre alguien que se llama Julio Cortázar.
Yo los dejo a ustedes con esta pequeña apertura, sobre el misterio y lo fantástico, para que cada uno apele a su propia imaginación y a su propia reflexión y desde luego, a partir de este minuto estoy dispuesto a dialogar y a contestar, como pueda, las preguntas que me hagan.
Si, se necesita una sensibilidad preparada. Pero no quiero ser como Funes....
ResponderBorrarCreo que de misterios, está la vida llena, y sería "fantástico" poder entrenarnos para resolver alguna de éstas cosas....
Me encantó.
Gracias.
Mariel.
Muy buenas las historias, dode elprotagonista, el del indio vive estados de conciencia diferentes ...vidas distintas. No es muy alejado de lo que opinan los monjes tibetanos, en la obra de Rimpoche El libro de los vivos y los muertos, nos habla de Bardos, o estaciones estados diferentes de conciencia,el sueño, la vigilia, para ellos positivo estar concientes incluso en los sueños, porque son tan reales como lo que consideramos la vida "despierta"
ResponderBorrarLa vida es fantastica, nos sorprende a cada paso y tus escritos tambien lo son, vida y sueño; realidad y fantasia; me gusta lo que escribes.
ResponderBorrarsi amigo si puedo llamarlo asi, lo fantastico existe para que la realidad no sea tan triste y tambien la fantasia nos llena realidades vacias.
ResponderBorrarahora lo fantastico se mete en la realidad para que descubramos cosas que ha simple vista no las vemos estamos tan distraidos en lo cotidiano que nos pasan enfrente y no vemos lo mas simple de las cosas de la vida.mis calidos saludos
Me gustó este comentario, creo que ese es exactamente el propósito de lo fantástico, o por lo menos le pega muy cerca. Lástima que no dejaste tu nombre... Vaya otro cálido saludo para vos.
ResponderBorrarMe gustó la definición de lo fantástico, nada escapa de lo humano, y cuánto tiene de fantástica la vida... en nuestra cotidianeidad, debatiéndonos entre lo urgente y lo importante, muchas veces andamos distraídos, qué bueno los escritores como vos que se permiten repensar la realidad desde otro ángulo, con otra mirada...
ResponderBorrarMe gustó mucho la anécdota que resaltaste de Cortázar, gracias por compartirla.
Mónica
muy buena definicion,me gusta porque enfocas la realidad desde otro punto.gracias javi por compartirlo ...stella maris
ResponderBorrarMe gusto, es que los humanos no debemos olvidar que lo cotidiano forma parte del "ser", del "estar", del "permanecer" y porque no, del "recordar que tenemos alma y sueños"
ResponderBorrarLo que Cortazar expresa posee mucha riqueza, para mi exquisita. Desde el punto de vista humano la sensibilidad que alcenza el escritor es un paso hacia el despertar de la concienza. El sentimiento que él llama sobrenatural no es más que la misma naturaleza de su ser. Ciencia y filosofía son dos de los cuatro pilares para llegar al conocimiento verdadero del ser, de quienes somos en realidad. El caso de John Howell no es una casualidad, es una causalidad.
ResponderBorrarEl caso de Funes aunque no es común se puede dar en la realidad. Muchos de Ustedes los escritores ahondando en su búsqueda no se percatan quizás que estan tocando "el cielo con los dedos" Lo importante, es el don que muchos poseen de tocar al lector y dejarles una enseñanza de vida; como se cita en Juan Salvador Gaviota: " no hay límites Juan, no hay limites..." en ultima instancia el mundo físico es "maya" el mundo de la ilusión y los "sueños" son vivencias en otro plano de cociencia. Estoy de acuerdo con la gran mayoría de los comentarios. Y tu sí eres bueno.
Gracias por compartir.
Simplemente, brillante, no tengo palabras, en este momento me siento llena de tanta sabiduría
ResponderBorrarME GUSTO MUCHO ESTAS PALABRAS,QUIZAS UNO A TRAVES DE LO FANTASTICO QUIERE DE UNA MANERA U OTRA REFLEJAR LO QUE EN REALIDAD ANELAMOS MUCHAS VECES IMAGINAMOS O DESEAMOS QUE TODO SURGA COMO UNO QUIERE ESA OPORTUNIDAD POR UN MOMENTO NOS LLEVA A OTRO LUGAR QUE LA MENTE NOS CREA Y SENTIMOS QUE ES REAL,PERO ES SOLO UN INSTANTE AL DESPERTAR VOLVEMOS DE NUEVO A NUESTRA VIDA.PERO QUE SERIA LA REALIDAD SIN LA FANTASIA!!!!!
ResponderBorrarEs cierto entre la ficción y la realidad hay tantos puntos que se tocan, tanta cosa inexplicable como en los cuentos de Cortázar, que he tenido el gusto de leer.Lo fantástico es ese paso más allá de toda lógica,que a veces nos toma de la mano...Rosa Lía
ResponderBorrarJAVI FANTÁSTICO "EL SENTIMIENTO DE LO FANTÁSTICO"ADOREI É LINDO ,GOSTEI IMENSO ,MARIA
ResponderBorrarsolo una palabra bello
ResponderBorrarHola Javi,después de leer semejante explicación,del significado de lo que denominan como Fantástico",sólo queda agradecerles!!!Seguramente muchas veces nos pasa..o no?Tal vez ,ni siquiera nos detenemos a pensarlo en nuestra cotideaneidad .Vivimos,muchas veces tan rápido que no le damos importancia a esta "sensibilidad" tan particular que tienen ustedes en ver la vida desde otro ángulo.Graciass, por compartir, por llamar nuestra atención y llevarnos a la REFLEXIÓN y todo lo que esto conlleva en cada uno!!!!!!!!!!Besos. Mónica.
ResponderBorrarEs marabilloso, simplemente refleja tu personalidad. Gracias por compartirlo!!!
ResponderBorrarROSI
OK. JAVI. LINDO MENSAJE, INSPIRA EN SERIO. REALMENTE ESTAMOS TAN INMISCUIDOS EN OTRAS COSAS, TALES COMO EL TRABAJO, COMPRAS, Y DEMAS COSAS BANALES, QUE NO NOS DAMOS CUENTA DE LO MARAVILLOSA QUE ES LA VIDA Y TODO LO QUE NOS RODEA. DEBEMOS DEDICAR UN POCO MAS DE TIEMPO A LA IMAGINACION, A VER MAS ALLA DE LO EVIDENTE. Y COMO DICEN POR AHI: "SE VALE SOÑAR" Y SOBRETODO USEMOS LA IMAGINACION CON MAS FRECUENCIA. PARA ESO TENEMOS LA "MATERIA GRIS" EN NUESTRO CEREBRO. ME ENCANTARON LAS HISTORIAS QUE CUENTAS. EN LO PERSONAL ME GUSTAN ESAS HISTORIAS QUE INCLUYEN BONITAS "COINCIDENCIAS" O QUE TENGAN UN FINAL INESPERADO. GRACIAS POR COMPARTIR TU EXPERIENCIA Y CONOCIMIENTO LITERARIO. ABRAZOS!!!!! DESDE EL SALVADOR: MARISOL TORRES
ResponderBorrarLO INTERSANTE DE ESTA CITA ES QUE COMO EN LA VIDA, ESTAMOS RODEADOS DE NORMAS Y CONCEPTOS PERO ESTA EN CADA UNO EL ENCONTRAR EL OTRO LADO DE LAS COSAS. EN LO NO DICHO, EN LO EXTRAÑO, EN LO QUE NO SE TIENE EN CUENTA CREO QUE EN ESTO RESIDE LA GENIALIDAD DE ESTAS PALABRAS. UN ABRAZO... MAR!!!!
ResponderBorrarHola...Javi! Muy lindas estas palabras que compartis. Creo que la vida esta llena de
ResponderBorrar"fantasia"...o es lo que me inclino a creer...solo que en pequeñas dosis y he ahi la astusia de uno para saber que es asi..yo en este momento estoy viviendo cosas muy "fantásticas", amen de que sigo con mi vida cotidiana, se me van presentando vivencias..las cuales a veces creo que son "deja vú". A veces creo que soy participe de una historia, de un cuento, y que esta es la mejor parte la que uno no quiere dejar de leer.....Simplemente bello relato el tuyo.
Pero mira que lindas reflexiones, es cierto que nos traen a la tierra y nos obligan a meditar sobre la vida que llevamos.
ResponderBorrarHOLA JAVIER LA VERDAD LA VIDA ES UNA FANTACIA PARA AQUELLOS QUE TIENEN LA OPORTUNIDAD MI FANTACIA ERA MI HIJA VERLA UNA MUJER CON HIJOS Y LAMENTABLEMENTE ELLA ESTABA LLENA DE ALEGRIA Y VIDA PERO LA ENFERMEDAD SE LA LLEVO POR ESO HOY GRACIAS A SU EJEMPLO YO VIVO FANTACIAS Y NO PIENSO EN LO MATERIAL SINO VIVIR LA VIDA COMO UNO TIENE QUE VIVIRLA LA TRISTEZAS Y LAGRIMAS HAY QUE DEJARLAS MUCHAS VECES PERA SONREIR EN ALGUNA FANTACIA UN BESO ELSA PARANA(ENTRE RIOS)
ResponderBorrarMuy bellas palabras!!!
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