En algún punto de mi vida me convertí en el personaje que lleva un cuaderno o un teclado encima todo el día para aprovechar cualquier minuto libre escribiendo aunque más no sea un párrafo. Deambulando entre bares, cafés, plazas o pizzerías. En ese tipo de escenarios vive la escritura intermitente, la escritura guerrillera que llega de pronto, ataca por sorpresa y enseguida vuelve a esconderse. El momento puede ser después del trabajo o en el vacío entre cualesquiera otras dos actividades socialmente aceptables. En esos tiempos muertos la birome tiene que volar para conseguir algo coherente. Todo es a prueba y error, se tacha más de lo que se escribe y se confía en la buena suerte. El café y los tostados son importantes, la pizza con fainá también ayuda. No hay sociabilidad, ni glamur, no hay recompensa, ni motivo, ni nada de nada.
A lo mejor sale una buena historia.

En este video: un montón de tiempo y apenas dos páginas terminadas.