Un café en la esquina ☕
Un café en la esquina, un amor guardado dentro del tablero de ajedrez desde la última partida, tan lejana en años pero tan cercana en recuerdos. Los dos estábamos esperando que el reloj diera las doce, y por algún motivo algo no estaba bien.
Cantó lo que estaba diciendo, dijo la melodía, toda la sonoridad desde el violín hasta su voz era una sola aria. Yo estaba hipnotizado, con los ojos cerrados, podría haber estado muerto pero estaba muy vivo. Estaba vivo en su tono y voz.
De repente, silencio. Abrí los ojos, ella estaba a mi lado y la magia se había ido, perdí la alegría, la pasión, el sentimiento que me había dado. Ella me miró y yo la miré, mis ojos estaban en blanco. Pensó que podíamos llegar lejos, me di cuenta. Pensó que me estaba enamorando de ella, creo.
Casi se retractó, luego puso sus famosos ojos de cachorrita y su práctica sonrisa pícara, igualita a cuando estábamos en la escuela, y se echó a reír. Pasaron las doce. Peón y reina continuaron a la espera.
El amor había pasado, tan fugaz como la melodía, y los dos nos dimos cuenta justo a tiempo.
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