Retrato de un hombre con traje azul 🎨
Allí estaba Cortázar mirando desde arriba, amenazador como siempre.
Uno de mis dibujos de él, sentado en el gran sillón, con su amplio traje azul y sorbiendo un cigarrillo humeante, se convirtió en su retrato por defecto en mi mente.
No podía escribir así, con sus ojos hurgando en la sarta de ideas mediocres que estaba intentando hilar.
Pero algo de otro mundo estaba sucediendo. Lo desconocido se hizo conocido. La fábula de las artes se estaba cumpliendo.
Todo parecía un poco más descansado, no tan inalcanzable y tirante. Había una parte de mí que se sentía relajada y hasta cómoda entre figuras legendarias, como si finalmente mi misión en la vida estuviera decidida.
Por supuesto era un engaño morfológico. Dos piernas, dos brazos y dos voluminosas cejas en una cara de dudosos rasgos. Tenía mucho en común con, por ejemplo, un Julio. Éramos prácticamente lo mismo ante cualquier cotejo visual. Ahí reside el engaño de las artes plásticas, por eso necesitamos las letras.
Recuerdo estar sacando estas conclusiones, tumbado en el suelo con la mejilla en el pelaje del gato mientras ronroneaba a mi lado. Un momento después, mis funciones mentales volvieron a la normalidad.
Al regreso de aquel breve trance de disociación, encontré en el escritorio un cúmulo desordenado de papeles sueltos con caligrafía apresurada. Eran aquella sarta de ideas mediocres, aún deshilachadas y desparramadas por toda la cabeza.
📷 Grafiti en Almagro, CABA.
Excelente!!!! Cómo el arte, la fantasía y la realidad se conjugan en la mente creativa de un escritor, maravillosamente!!! Abrasos
ResponderBorrarCecy :)
¡Muchas gracias Cecy! Me alegra que te haya gustado.
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