Los finales cerrados son aquellos en los que el autor resuelve todas las tramas y conflictos planteados en la historia de manera definitiva y concluyente. Aunque no son la única opción a la hora de escribir una historia, tienen varias ventajas que los hacen muy atractivos para algunos autores y lectores. Algunas de las principales ventajas de los finales cerrados son:

Ofrecen una sensación de satisfacción al lector: Uno de los aspectos más valorados de los finales cerrados es que ofrecen un agradable efecto de liberación al lector al resolver todas las tramas y conflictos de manera definitiva. Esto permite que el lector sienta que ha completado un recorrido y que ha llegado a una conclusión satisfactoria.

Ayudan a crear una historia más coherente: Una de las principales ventajas de los finales cerrados es que permiten a los autores crear una historia más congruente y bien estructurada. Esto evita que queden cabos sueltos o preguntas sin respuesta en la historia, lo que puede resultar frustrante para el lector.

Facilitan la interpretación: Los finales cerrados también son útiles para facilitar la interpretación de la historia por parte del lector, ya que ofrecen una conclusión clara y definitiva. Esto puede ser especialmente útil en obras literarias o en las que se tratan temas profundos y complejos, ya que permite que el lector tenga una interpretación más clara y precisa de la historia.

Causan un impacto más profundo en el lector: Aunque no se cumple en todos los casos, los finales cerrados suelen ser más recordados porque tienen un impacto más profundo en el lector a nivel sentimental, ya que son capaces de dar un golpe de una manera que jamás podría lograr un final abierto. En términos boxísticos el final cerrado es un jab a la mandíbula que sorprende al oponente y termina la pelea sin lugar a peros ni objeciones. Y ahora es importante recordar la frase de Julio Cortázar: “el cuento debe ganar por knockout”.

Algunos ejemplos de finales cerrados muy recordados son el final de Ensayo sobre la ceguera de José Saramago, el final de El club de la pelea de Chuck Palahniuk, o el final de El sexto sentido de M. Night Shyamalan.

Tener un final cerrado en mente desde el principio puede ser muy beneficioso para la planificación y la escritura de una historia, ya que permite al escritor enfocarse en cómo llegar a esa conclusión de manera coherente. Esto puede hacer que el proceso de escritura sea más eficiente y menos estresante, ya que el escritor no tiene que preocuparse por cómo terminará la historia mientras la están escribiendo. Además, tener un final cerrado en mente también permite otro ejercicio muy interesante, que es escribir la historia de atrás para adelante, empezando por el final y trabajando hacia el principio. Esto puede ayudar al escritor a ver la historia desde una perspectiva diferente y a encontrar nuevas maneras de contarla.

Aunque los finales cerrados tienen estas y otras ventajas, también es importante tener en cuenta que no siempre son la opción más adecuada. En algunos casos, los finales abiertos o ambiguos pueden ser más efectivos para crear una historia interesante y atractiva. Por ejemplo, los finales abiertos pueden dejar al lector con ganas de saber más o de imaginar cómo continúa la historia, lo que puede ser muy útil en algunos casos.

En resumen, escribir finales cerrados tiene varias ventajas, como ofrecer una sensación de satisfacción al lector, crear una historia más coherente y facilitar la interpretación, además de causar un impacto más profundo en el lector y ser más planificables. Sin embargo, es importante tener en cuenta que no siempre es necesario o adecuado utilizar un final cerrado y que también pueden ser muy efectivos los finales abiertos o ambiguos, dependiendo del tipo de historia y del enfoque que el autor desee darle.