Wonderwall
Creo en la música como índice de mi historia. Cada canción es un tubo de oxígeno para bucear un sentimiento hundido. Alguien le da play a “Wonderwall” en una birrería y me transporta —sin pedirlo y sin quererlo— al primer beso. La noche se intensifica, las caras se desdibujan y en la profundidad siento los latidos de su corazón. Pasados unos cuatro minutos, salgo a flote —casi—. Apuro el resto de la pinta y sigo hablando boludeces, como si nada hubiera pasado. ¿Habrás llenado ese diario de viajes que solo decía Villa Gesell? ¿Me leerás a veces? |
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